¿Por qué se construye con madera?

En una remota localidad en las profundidades de la selva peruana, donde el sol apenas se filtraba a través del denso follaje y las criaturas de la naturaleza vivían en armonía, había un pequeño pueblo llamado Llanchama, rodeado de vastos árboles y ríos caudalosos. Los habitantes de Llanchama, conocidos por su profundo respeto por la naturaleza, vivían en casas hechas de hojas y ramas, construidas con las técnicas transmitidas por sus ancestros.

Entre ellos, había un hombre sabio y respetado llamado Don Jacinto Yucra, quien conocía los secretos de la selva y la importancia de vivir en equilibrio con ella. Don Jacinto, junto con su aprendiz, un joven entusiasta llamado Mateo Pizarro, solían explorar la selva, aprendiendo y recopilando conocimientos sobre las plantas y animales que allí habitaban.

Un día, mientras Don Jacinto y Mateo recorrían la selva, descubrieron un árbol gigantesco, cuya madera parecía diferente a cualquier otra que hubieran visto antes. Era robusta, firme, y emanaba un brillo peculiar. Don Jacinto, con su sabiduría, intuyó que esa madera podría tener propiedades especiales y decidió llevar un pedazo de vuelta a Llanchama.

Al regresar al pueblo, Don Jacinto y Mateo comenzaron a experimentar con la madera, descubriendo que era excepcionalmente resistente y duradera. Con el tiempo, y después de muchas pruebas, decidieron construir una casa utilizando esta madera, para ver cómo resistía las condiciones de la selva.

La construcción de la casa fue un éxito rotundo. La madera no solo era fuerte, sino que también proporcionaba un aislamiento natural contra la humedad y los insectos, dos de los mayores desafíos de vivir en la selva. La noticia de esta maravillosa construcción se extendió rápidamente por Llanchama y más allá, atrayendo la atención de otros pueblos vecinos.

Intrigados por el descubrimiento, los habitantes de Llanchama comenzaron a utilizar esta madera para construir sus propias casas, transformando gradualmente el pueblo en un lugar más seguro y confortable para vivir. La madera permitió que las casas duraran muchos años, resistiendo las inclemencias del tiempo y los embates de la naturaleza.

Sin embargo, Don Jacinto, siempre sabio, advirtió a la comunidad sobre la importancia de utilizar este recurso con responsabilidad. Enseñó a los habitantes de Llanchama a replantar un árbol por cada uno que cortaran, asegurando así la sostenibilidad del bosque y el respeto por la vida que en él habitaba.

Con el paso del tiempo, la leyenda de la madera mágica de Llanchama se extendió por toda la selva, enseñando a las generaciones futuras la importancia de vivir en armonía con la naturaleza, aprovechando sus recursos de manera sostenible y respetuosa. Las casas de madera se convirtieron en un símbolo de esta armonía, recordando a todos la sabiduría de Don Jacinto y la importancia de cuidar el entorno natural que nos rodea.